La sociedad
del espectáculo, Guy E. Debord (1967)
Capítulo 6
El tiempo espectacular
"No tenemos nada nuestro, salvo el tiempo, del que gozan hasta
quienes no tienen morada"
Baltasar GRACIÁN, El Cortesano
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El tiempo de la producción, el tiempo-mercancía, es una acumulación
infinita de intervalos equivalentes. Es la abstracción del tiempo
irreversible, en que todos los segmentos deben probar sobre el cronómetro
su igualdad cuantitativa única. Este tiempo es, en toda su realidad
efectiva, lo que es en su carácter intercambiable. En esta
dominación social del tiempo-mercancía "el tiempo lo es todo,
el hombre no es nada; a lo sumo es el esqueleto del tiempo" (Miseria
de la Filosofía). Es el tiempo desvalorizado, la inversión
completa del tiempo como "campo de desarrollo humano".
148
El tiempo general del no-desarrollo humano existe también bajo el
aspecto complementario de un tiempo consumible que vuelve hacia
la vida cotidiana de la sociedad, a partir de esta producción determinada,
como un tiempo seudocíclico.
149
El tiempo seudo-cíclico no es de hecho más que el disfraz
consumible del tiempo-mercancía de la producción. Contiene
sus rasgos esenciales de unidades homogéneas intercambiables y de
supresión de la dimensión cualitativa. Pero siendo el subproducto
de este tiempo destinado al retraso la vida cotidiana concreta -y al mantenimiento
de este retraso- debe cargarse de seudovalorizaciones y aparecer en una
sucesión de momentos falsamente individualizados.
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El tiempo seudocíclico es el del consumo de la supervivencia económica
moderna, la supervivencia aumentada, donde lo vivido cotidiano queda privado
de decisión y sometido ya no al orden natural, sino a la seudonaturaleza
desarrollada en el trabajo alienado; y por tanto este tiempo reencuentra
naturalmente el viejo ritmo cíclico que regulaba la supervivencia
de las sociedades preindustriales. A la vez el tiempo seudocíclico
se apoya sobre las huellas naturales del tiempo cíclico componiendo
nuevas combinaciones homólogas: el día y la noche, el trabajo
y el descanso semanales, el retorno de los períodos de vacaciones.
151
El tiempo seudocíclico es un tiempo que ha sido transformado
por la industria. El tiempo que se basa en la producción de
mercancías es él mismo una mercancía consumible, que
reúne todo lo que antes se hallaba diferenciado, en la fase de disolución
de la vieja sociedad unitaria, en vida privada, vida económica,
vida política. Todo el tiempo consumible de la sociedad moderna
viene a ser tratado como materia prima de nuevos productos diversificados
que se imponen en el mercado como empleos del tiempo socialmente organizados.
"Un producto que ya existe bajo una forma que somete lo propio al consumo
puede sin embargo convertirse a su vez en materia prima de otro producto."
( El Capital ).
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En su sector más avanzado, el capitalismo concentrado se orienta
hacia la venta de bloques de tiempo "totalmente equipados", cada uno de
los cuales constituye una sola mercancía unificada que ha integrado
cierto número de mercancías diversas. Es así como
puede aparecer en la economía en expansión de los "servicios"
y entretenimientos la fórmula de pago calculado "todo incluido"
para el hábitat espectacular, los seudodesplazamientos colectivos
de las vacaciones, el abono al consumo cultural y la venta de la sociabilidad
misma en "conversaciones apasionantes" y "encuentros de personalidades".
Esta clase de mercancía espectacular, que evidentemente no puede
tener curso más que en función de la penuria acrecentada
de las realidades correspondientes, figura con la misma evidencia entre
los artículos-piloto de la modernización de las ventas al
ser pagable a crédito.
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El tiempo seudocíclico consumible es el tiempo espectacular, a la
vez como tiempo del consumo de imágenes, en el sentido restringido,
y como imagen del consumo del tiempo en toda su extensión. El tiempo
del consumo de imágenes, médium de todas las mercancías,
es de modo implícito el campo donde se ejercen plenamente los instrumentos
del espectáculo y el fin que estos presentan globalmente como lugar
y como figura central de todos los consumos particulares: se sabe que el
ahorro de tiempo buscado constantemente por la sociedad moderna - ya se
trate de la velocidad en los transportes o del uso de las sopas en sobre
- se traduce positivamente para la población de los Estados Unidos
en el hecho de que la sola contemplación de la televisión
le ocupa por término medio entre tres y seis horas diarias. La imagen
social del consumo del tiempo, por su parte, está exclusivamente
dominada por los momentos de ocio y de vacaciones, momentos representados
a distancia y postulados como deseables como toda mercancía
espectacular. Esta mercancía es aquí explícitamente
dada como el momento de la vida real, cuyo retorno cíclico se trata
de esperar. Pero incluso en estos momentos asignados a la vida sigue siendo
todavía el espectáculo el que se deja ver y reproducir, alcanzando
un grado más intenso. Lo que ha sido representado como la vida real
se revela simplemente como la vida realmente espectacular.
154
Esta época, que se muestra a sí misma su tiempo como siendo
esencialmente el retorno precipitado de múltiples festividades es
igualmente una época sin fiesta. Lo que era en el tiempo cíclico
el momento de participación de una comunidad en el gasto lujoso
de la vida es imposible para la sociedad sin comunidad y sin lujo. Cuando
sus seudofiestas vulgarizadas, parodias del diálogo y de la donación,
incitan a un gasto económico adicional, sólo devuelven una
decepción siempre compensada con la promesa de una nueva decepción.
El tiempo de la supervivencia moderna debe alabarse en el espectáculo
tanto más abiertamente cuanto que su valor de uso ha disminuido.
La realidad del tiempo ha sido reemplazada por la publicidad del
tiempo.
155
Mientras que el consumo del tiempo cíclico en las sociedades antiguas
estaba en consonancia con el trabajo real de estas sociedades, el consumo
seudocíclico de la economía desarrollada se encuentra en
contradicción con el tiempo irreversible abstracto de su producción.
En tanto que el tiempo cíclico era tiempo de la ilusión inmóvil,
vivido realmente, el tiempo espectacular es el tiempo de la realidad que
se transforma, vivido ilusoriamente.
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Lo que es siempre nuevo en el proceso de producción de cosas no
se reencuentra en el consumo, que sigue siendo el retorno ampliado de lo
mismo. Puesto que el trabajo muerto continúa dominando el trabajo
vivo, en el tiempo espectacular el pasado domina el presente.
157
Como otro aspecto en la deficiencia de la vida histórica general,
la vida individual todavía no tiene historia. Los seudoacontecimientos
que se presentan en la dramatización espectacular no han sido vividos
por quienes han sido informados de ellos; y además se pierden en
la inflación de su reemplazamiento precipitado a cada pulsación
de la maquinaria espectacular. Por otro lado lo que ha sido realmente vivido
no tiene relación con el tiempo irreversible oficial de la sociedad
y está en oposición directa al ritmo seudocíclico
del subproducto consumible de este tiempo. Esta vivencia individual de
la vida cotidiana separada queda sin lenguaje, sin concepto, sin acceso
crítico a su propio pasado que no está consignado en ninguna
parte. No se comunica. Es incomprendida y olvidada en beneficio de la falsa
memoria espectacular de lo no-memorable.
158
El espectáculo, como organización social presente de la parálisis
de la historia y de la memoria, del abandono de la historia que se erige
sobre la base del tiempo histórico, es la falsa conciencia del
tiempo.
159
Para llevar a los trabajadores al estatuto de productores y consumidores
"libres" del tiempo-mercancía la condición previa ha sido
la expropiación violenta de su tiempo. El retorno espectacular
del tiempo sólo ha llegado a ser posible a partir de esta primera
desposesión del productor.
160
La parte irreductiblemente biológica que sigue presente en el trabajo,
tanto en la dependencia de lo cíclico natural en la vigilia y el
sueño como en la evidencia del tiempo irreversible individual del
desgaste de una vida, se contemplan sólo como accesorios desde
el punto de vista de la producción moderna; y como tales, estos
elementos son desatendidos en las proclamas oficiales del movimiento de
la producción y de los trofeos consumibles que son la traducción
accesible de esta incesante victoria. Inmovilizada en el centro falsificado
del movimiento de su mundo, la conciencia espectadora ya no distingue en
su vida el pasaje hacia su realización y hacia su muerte. Quien
ha renunciado a gastar su vida no tiene ya que reconocer su muerte. La
publicidad de los seguros de vida le insinúa solamente que es culpable
de morir sin haber asegurado la regulación del sistema después
de esta pérdida económica; y la del american way of death
insiste sobre su capacidad de mantener en este encuentro la mayor parte
de las apariencias de la vida. Bajo el resto de bombardeos publicitarios
está rotundamente prohibido envejecer. Se trataría de administrar
cada uno en su caso un "capital-juventud" que, por haber estado mediocremente
empleado, no puede sin embargo pretender adquirir la realidad durable y
acumulativa del capital financiero. Esta ausencia social de la muerte es
idéntica a la ausencia de la vida.
161
El tiempo es la alienación necesaria, como mostraba Hegel,
el medio donde el sujeto se realiza perdiéndose, se transforma en
otro para llegar a ser la verdad de sí mismo. Pero su contrario
es justamente la alienación dominante, que es sufrida por el productor
de un presente ajeno. En esta alienación espacial la
sociedad que separa de raiz el sujeto de la actividad que le sustrae le
separa en primer lugar de su propio tiempo. La alienación social
superable es justamente la que ha prohibido y petrificado las posibilidades
y los riesgos de la alienación viviente en el tiempo.
162
Bajo las modas aparentes que se anulan y recomponen en la superficie
futil del seudotiempo cíclico contemplado, el gran estilo de
la época es siempre el que está orientado por la necesidad
evidente y secreta de la revolución.
163
La base natural del tiempo, el cálculo sensible del transcurso del
tiempo, se vuelve humano y social al existir para el hombre . Es
el estado limitado de la práctica humana, el trabajo en diferentes
estadios, el que hasta ahora ha humanizado, y también ha deshumanizado,
el tiempo como tiempo cíclico y tiempo separado irreversible de
la producción económica. El proyecto revolucionario de una
sociedad sin clases, de una vida histórica generalizada, es el proyecto
de la descomposición de la medida social del tiempo en beneficio
de un modelo lúdico de tiempo irreversible de los individuos y de
los grupos, modelo en el cual están simultáneamente presentes
tiempos independientes federados. Es el programa de una realización
total en el entorno del tiempo del comunismo que suprime "todo lo que existe
independientemente de los individuos".
164
El mundo posee ya el sueño de un tiempo cuya conciencia tiene ahora
que poseer para vivirlo realmente.
Guy Debord: La sociedad del espectáculo.
Trad. revisada por Maldeojo para el Archivo Situacionista (1998).
7. El acondicionamiento del territorio
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