En memoria
de Marvin Harris, 25/Octubre/2001
Inesperada ausencia de lo eterno. La lejana muerte de Marvin Harris llena
de melancolía los rincones más frescos, melancólica
evocacion de aquel día en que leimos su primer libro. Impagable deuda
intelectual que iluminó la cara más absurda de los localismos
temporales y espaciales que se elevan ante nosotros como budas.
Si la muerte de Dios fue contemporánea a Nieztsche, hemos tenido
el privilegio de presenciar como Marvin Harris sepultó el resto de
los mitos.
Tradiciones, nacionalismos, religiones, xenofobias, paternalismos, tabues,
sexo, dioses, sabores, ... reducidos a cascarillas por la potencia descomunal
de materialismo cultural. El individuo y la multitud son hoy más libres
gracias al maestro Marvin Harris.
Acompañamos un emotivo y documentado artículo del profesor
David Alvargonzález, profesor del departamento de Filosofía
de la Universidad de Oviedo, autor del libro "Ciencia y materialismo cultural",
UNED, 1989.
Marvin Harris: un maldito popula
r
David Alvargonzález
La Nueva España,
martes 6 de noviembre de 2001
La noticia de la muerte,
el pasado 25 de octubre, del antropólogo norteamericano Marvin Harris
a los 74 años de edad ha llegado a España tarde y sin demasiada
fuerza. Y no es difícil entender esta circunstancia si se contempla
en su contexto internacional, porque Marvin Harris representa en los Estados
Unidos de América una corriente de pensamiento y de estudios empíricos,
el materialismo cultural, que continúa siendo, en aquellas tierras,
minoritaria. Pero el materialismo cultural es todavía más desconocido
en Inglaterra, Francia o Alemania, los vecinos del Norte que tanta gente
admira, donde los héroes son Clifford Geertz y Lévi-Strauss.
Todavía hace unos pocos días, unos alumnos me comentaron que
la Gran Enciclopedia Larousse, con sus veinticuatro tomos, no dedica ni una
escueta entrada a Harris, mientras que, por poner un ejemplo, ocupa su espacio
con Terenci Moix (con fotografía incluida). Las obras más importantes
de Marvin Harris (El desarrollo de la teoría antropológica,
la Introducción a la antropología general, Caníbales
y reyes, Vacas, cerdos, guerras y brujas, La cultura norteamericana contemporánea,
Bueno para comer) coincidieron con el período de la «guerra
fría» y el horno del imperio no estaba para bollos materialistas.
Los alemanes y los ingleses tampoco querían saber nada, y los franceses
erre que erre con Lévi-Strauss. Harris fue tachado de marxista y filocomunista,
y sus posiciones no lograron ni en la Universidad americana ni en la europea
la presencia que se merecían (sobre todo si las comparamos con las
de algunos de sus rivales). Ahora bien, en el debate que suscitó su
fértil metodología antropológica, en la academia y en
los medios de comunicación, Harris defendió sus posiciones
con tenacidad y brillantez, y no dejó sin contestar cumplidamente
a ninguno de sus críticos.
En 1985 Marvin Harris estuvo unos días en Asturias, pronunciando
unas conferencias patrocinadas por la empresa de autobuses ALSA, la Caja
de Ahorros de Asturias, la Fundación Príncipe de Asturias y
el Ayuntamiento de Oviedo. En la foto Marvin Harris, adalid del materialismo
cultural, con Gustavo Bueno, adalid del materialismo filosófico, en
Niembro, en la casa de Bueno.
Y ¿qué pasó en España? Aquí las traducciones
de los libros de Harris comenzaron en 1979 con El desarrollo de la teoría
antropológica, esa provocadora y sugerente historia de la antropología,
y siguieron con la Introducción a la antropología general,
el libro sobre las vacas, los cerdos, las guerras y las brujas, el de los
caníbales y una larga lista. El éxito editorial fue rotundo
y, a día de hoy, podemos calcular que Harris lleva vendidos más
de trescientos mil ejemplares de sus libros en español. Algunos de
estos libros, como la Introducción a la antropología general,
son textos que se estudian como manuales en varias universidades españolas
y que han resultado irreemplazables, aunque les pese a quienes los mandan
estudiar. Bien es verdad que en estas tierras de España algunos no
se enteraron de la importancia de Marvin Harris: yo recuerdo una anécdota,
allá por el año 1985, cuando un grupo de profesores de la Universidad
invitamos a Marvin Harris a impartir unas conferencias en Oviedo. El decano
de la Facultad de Filosofía consideró que una conferencia de
Marvin Harris no tenía interés académico y no nos proporcionó
ni un duro. Así que una compañera mía fue a ver al entonces
director regional de Cultura del PSOE para solicitarle una ayuda económica
porque había que sufragar el equipo de traducción simultánea
que necesitábamos. Mi compañera salió impresionada del
despacho; nuestro director regional no había oído hablar de
Harris y no estaba dispuesto a contribuir a sufragar los gastos de una conferencia
porque el PSOE sólo apoyaba la «cultura popular» (en aquel
momento, Harris llevaba vendidos en español más de ciento cincuenta
mil ejemplares). Aquellas conferencias en el hotel Reconquista y en la Caja
de Ahorros fueron un éxito y a ellas asistieron cerca de mil personas.
Muchos las recordarán y también recordarán las cuatrocientas
pesetas que tuvieron que pagar para alquilar el pequeño receptor que
permitía seguir la traducción.
Repasando ahora la biografía de Harris, hay otra cosa que quiero
comentar dada su actualidad:Harris estudió su Bachelor of Arts en
el Columbia College (1948), realizó el doctorado en la Universidad
de Columbia (1953), fue assistant professor en el departamento de Antropología
de la Universidad de Columbia (1953-59) y fue, sucesivamente, associated
professor (1959-63), director (1963-66), y professor (1963-80) de ese mismo
departamento. En total, más de treinta y cinco años en Columbia,
años que coinciden con la época en la que produjo lo más
importante de su obra: ¿será la «endogamia» el
problema de la Universidad americana? Sólo a los cincuenta y tres
años cambió de Universidad y marchó a Florida (Gainesville),
donde le ofrecían condiciones de trabajo mejores.
En fin, Marvin Harris ha muerto. Sus virtudes personales, que eran muchas,
las conocemos los que le tratamos y los que tuvimos la suerte de aprender
directamente de su magisterio. Su obra, tan amplia y tan valiosa, ahí
está: seguirá influyendo sobre nosotros y tiene ya un lugar
importante en la historia de la antropología. No creo equivocarme
si digo que muchos de sus lectores lamentarán conmigo esta pérdida.
Y si sus enemigos se alegran de su muerte, así se envilecen.